EDWARD WESTON (1886-1958)
“No creo que en
la escuela aprendiera nada de valor, si se exceptúa la voluntad de rebelarme”
Desde que a
sus dieciséis años le regalara su padre la primera cámara fotográfica, y
comenzase a fotografiar los árboles y la orilla del lago Michigan junto a
Chicago, su ciudad natal, contribuyó a revolucionar -desde un punto de vista técnico
y óptico- las cámaras y los objetivos, así como a crear una nueva estética para
la fotografía, dejando atrás la corriente pictorialista surgida en el siglo
XIX.
Inconformista,
crítico con el capitalismo y el comunismo, rebelde con las normas impuestas en
el cuarto oscuro, rápidamente entendió que además de fotografiar a sus modelos
en posturas naturales y atrayentes, también podía plasmar un momento
determinado y armonizar toda la composición de una imagen con la luz natural,
sin recurrir a los retoques heredados del pictorialismo.
Al igual que se
cita a Griffith o Eisenstein cuando se habla de las bases del cine, Edward
Weston merece ocupar ese puesto en cualquier cita sobre la arquitectura de la
fotografía, pues junto con Stieglitz, a quien conoció en Nueva York, contribuyó
a diseñar los planos de este arte que olvida fácilmente a sus diseñadores
primitivos.